CENTRO ENCUENTROS



ENCUENTROS, es un espacio de acogida para los niñ@s y sus familias. Donde a partir del juego placentero y la libertad de acción, del movimiento, ayudamos a portencializar lo que el niño y niña "saben hacer", respetado su proceso natural de desarrollo.



En este sentido a través del vínculo que se genera con el adulto-terapeuta, ayudamos a transformar la dificultad emocional-corporal que se pueda presentar. Desde la continuidad y la relación con el otro, basada en el respeto y amor; y en la confianza de que todos los seres humanos, podemos ir transformando e ir encontrando su propio camino, basado en la salud.



Estas premisas son las bases de Centro Encuentros. Trabajamos dentro de La Práctica Psicomotriz Aucouturier.







ENCUENTROS, es más que un nombre, es un espacio de acogida y de trabajo, de producción y de deseos de compartir y aprender de esta primera infancia , con todo lo que trae y conlleva, desde el placer y displacer.



Todas las personas que nos dedicamos al cuidado de pequeños, somo testigos de varias maravillas de su crecimiento , participamos de su desarrollo e intentamos guíar a los padres y adultos que intervienen.



Desde aquí les invito a participar, dialogar e intercambiar algunas teorias, ideas, talleres, ocurrencias, poemas o demás, que tengan que ver con el crecimiento y desarrollo de los niños (as) pequeños.



¡Están bienvenidos!



Un abrazo


Melissa Valdivia

Terapeuta Psicomotriz Aucouturier















miércoles, 10 de agosto de 2011

LIMITES AFECTIVOS: “Una manera de amar a nuestros hijos

Se podría pensar que mientras más pequeños son los niños no necesitan de reglas o límites que encuadren su exploración, sin embargo la experiencia psicológica y educativa recomiendan sobre manera la existencia y aplicación de los mismos, justamente para organizar sus descubrimientos o primeros contactos con el exterior.

Los límites ayudan a que los niños puedan manejar sus impulsos y vayan pasando de la búsqueda inmediata de sus necesidades (interna) a la aceptación de un mundo externo con sus propias exigencias y normas.

El proceso de interiorización de los límites, lo inician los padres, desde edades muy tempranas. Cuando son bebés, las rutinas son algo desorganizadas, ya que se come y duerme la mayor parte del tiempo, sin embargo al crecer se establecen rutinas y  horarios que le proporcionan al bebé un ambiente de seguridad y protección, anticipando lo que vendrá.

Esto continúa cuando los niños asisten a un espacio educativo, donde la maestra se encarga de modular y enriquecer sus capacidades de autocontrol. Así mismo les enseña que las normas  son necesarias para el bienestar de todos, incluyéndolos a ellos mismos.


Según Erna Furman (1986, citada en El crecimiento emocional del niño en la escuela, 2008:91), propone tres aspectos fundamentales para el mejor trabajo de los límites con los preescolares: La relación afectiva, las reglas y el desarrollo de la conciencia.

La relación afectiva

“Mientras más pequeño sea el niño, el vínculo afectivo que tengamos con él es más importante”. Esta frase resume  la importancia de los vínculos con los niños pequeños, y es que el niño tiene que sentirse seguro, confiado y contenido en su demanda. Ellos se dan cuenta en quienes confiar y en quienes no.

Los primeros días que asisten al nido, sin conocer a la maestra o a sus compañeros, los niños experimentan un vacío afectivo, se sientes desorientados. Es la maestra quien debe contenerlos y mostrarles que pueden confiar en ella, que entiende por lo que están pasando y que los ayudará a que estén mejor. Esto es generar el vínculo con el niño.
Este vínculo se construye con el tiempo y con una suma de situaciones que muestren al niño que se puede confiar en el adulto.

Otro punto importante para la construcción de este vínculo es generar un puente entre el hogar  y la escuela. Cuando escuchamos al niño, con respecto a lo que siente de alguna situación familiar, ya sea placentera o displacentera, el niño se da cuenta que la maestra es su amiga y que lo escucha. Le gusta sentir que es importante para la profesora.
A la vez, el  reforzar su autoestima, alabando sus trabajos o reconociendo sus esfuerzos, es otra manera de construir este vínculo.

Las reglas

El objetivo de las reglas es crear un ambiente de seguridad, para todos. Empezando por esa consigna, el niño debe saber que la escuela y el hogar son lugares seguros donde está protegido y cuidado.
Las reglas sirven para anticipar, organizar y predecir los siguientes acontecimientos que se irán sucediendo durante el día. Si el niño viviera cada momento como nuevo e inesperado, pasaría por mucha angustia.

La aceptación de las normas forma a los niños en el respeto a los derechos y deberes a las personas. Para que esta aceptación sea efectiva, los límites deben ser pocos, claros y precisos, los cuales pueden flexibilizarse  o evaluarse. Otra consigna  es que responda a las necesidades del niño y no del adulto, no podemos exigir algo que este fuera de su alcance o de sus posibilidades. Debemos tomar en cuenta que la mayoría de los preescolares están en procesos de autonomía e iniciativa, la idea es enriquecer su crecimiento y no inhibirlo.

Desarrollo de la conciencia

Ésta se va desarrollando poco a poco a medida que van creciendo y van viviendo distintas experiencias, que les sirven para asimilar las normas, dadas por sus padres primero y luego por la escuela.

Es importante recordar que los niños pequeños tienen una moral heterónoma, de acuerdo a la teoría de Piaget (citado en Angellina Novella Coquis y compiladoras, 2008: 93) lo bueno y lo malo depende de lo que los adultos les hagan sentir.

Una manera de darnos cuenta que los niños van tomando conciencia de los límites es, cuando,  observamos que le dice a otro niño que debe portarse bien o si no le pasará tal cosa, es decir, maneja las consecuencias y se lo exige a sí mismo, pero actuando en un “otro”. Otra forma es cuando acusa a otro niño con la maestra, es consciente de la magnitud de la situación y sabe que no está bien, esto lo puede angustiar,  por eso lo acusa para que el adulto lo solucione.

La idea es que ellos se sientan cómodos y satisfechos  con los límites, tienen que saber que no es para complacer al adulto sino más bien para que todos estemos tranquilos.

En este desarrollo de la conciencia del niño es importante no hacer un juicio moral sobre su conducta y más bien conversar acerca de lo sucedido, preguntándole que piensa al respecto, cómo se siente, esto es vital para ir construyendo desde el respeto una aceptación de los límites.

Furman (1986, citado en Angelina Novella Coquis y compiladoras, 2008:94) habla del término reparación, como una acción que ayuda al niño a manejar el sentimiento de culpa que le genera la acción equivocada que ha tenido y que a la vez, procura el bienestar del otro. Colocaremos ejemplos: Si rompió un cuento del salón, habría que brindarle la posibilidad de pegar las hojas con ayuda de la maestra. Si le hizo una herida a un compañero al jugar, podemos hacer que lo acompañe y ayude a curar.

Es en estos momentos, es vital conversar con el niño, sin culparlo y hacerlo caer en cuenta de lo sucedido. La reparación ayuda a aliviar la culpa. Si el niño no tuviese la oportunidad de reparar, se carga de culpa e inconscientemente busca ser castigado por lo que ha hecho y entonces aumenta su mal comportamiento, es castigado y no es ayudado a que pueda encontrar la calma.

Luis Guerrero (1994, citado en Angelina Novella Cooquis y compiladoras, 2008:95), señala la existencia de tres enfoques en cuanto al trabajo de los límites: Autoritario, permisivo y democrático.


Autoritario

Aquí se impone sin tener en cuenta a los demás. La posición es de dominio y se implanta los requerimientos sin ningún tipo de empatía. No es saludable para el niño ya que sin explicación se le exige una serie de conductas, ignorando sus necesidades y sus sentimientos. La consigna de este enfoque autoritario es que tiene la razón y los niños, por ser niños, no tienen derecho a opinar y no se les respeta.
Para lograr el cumplimiento de las normas, se utilizan medios que subestiman e intimidan, aplicando muchas veces castigos excesivos. Se desarrolla la capacidad de obedecer por amenazas, atentando a la autoestima de los niños, no se sienten valorados ni escuchados, pudiendo generar rebeldía, miedo, resentimiento o sumisión, bloqueando toda capacidad de iniciativa.

De este modo no se logra la interiorización de las normas, ya que solo se cumplen cuando la autoridad amenazadora está presente. Formando a individuos temerosos que no son capaces de dirigir su vida y que siempre dependerán de otro “castigador” y represor.

Permisivo

Es el extremo del autoritarismo. Es “dejar hacer” sin ningún tipo de encuadre, supone cierto abandono y descuido. No hay firmeza ni límites claros que seguricen a los niños. Los medios que se utiliza es ignorar la conducta del niño y no hacerse cargo de la situación.

Este método disciplinario genera mucha inseguridad, desprotección, desorientación, angustia, porque no hay ningún elemento ni persona que proteja, que cuide, que valore, que ayude, que se haga cargo

Democrático

Se basa en el respeto  de los deberes y derechos de toda persona. Existe un conocimiento de las necesidades del niño y un vínculo empático importante con él, siendo éste la base para obtener  diálogo y acuerdo, mostrando la flexibilidad y firmeza necesaria.

Así mismo,  se valida los sentimientos del niño y colaboran a  la elaboración de  las normas, bajo un encuadre adulto que organice y sostenga sus inquietudes. De ese modo se sienten más comprometidos y la cumplen, encontrando un sentido a las mismas.

Este método genera en los niños, seguridad, confianza, protección y favorece la autoestima, el desarrollo de la conciencia moral, la integración, la capacidad de escucha y la consecución de los fines comunes de los miembros de un grupo. De esta manera ayudamos a los niños a respetar las normas descubriendo la necesidad de cada una de ellas, conduciéndolos a la disciplina y a la capacidad de convivir armónicamente.


Manejo de Situaciones difíciles
Antes de juzgar a un niño como “malcriado”, “engreído” o “mal educado”, abría que investigar y averiguar cuáles son las causas que lo mueven a comportarse fuera de lo esperado. A veces temas como: separación de padres, nacimiento de un hermanito, muerte de un familiar, enfermedades, hospitalizaciones, entre otros temas, son los que influyen en la conducta de los niños. Recordemos que ellos aún no tienen la capacidad para expresar a través de las palabras lo que les sucede internamente.  Somos los adultos que los rodeamos, los padres o la maestra en el espacio educativo quien tiene que estar capacitada para organizar estos comportamientos y comprenderlos, acogerlos y traducirles en palabras, sus sentimientos, que muchas veces los angustia o los inquieta.
 A continuación,  algunas sugerencias para el manejo de situaciones difíciles:
ü  Ayudarlos a anticipar situaciones nuevas que les podrían generar un impacto emocional fuerte.
ü  Como adultos que estamos en interacción con los niños, es importante detectar que sentimientos me generan determinados niños, siendo éstos las proyecciones de ellos, es decir,  lo que uno siente como adulto es porque ellos lo sienten como niños. Si me provoca  rechazo un niño determinado es porque este niño vive este rechazo y es lo que irradia, lo que proyecta en los demás.
ü  Ayudarlos a reconocer, nombrar, aceptar y comunicar sus sentimientos. De pronto no será todo  a partir de la palabra y más bien a través de un dibujo. Siempre pensando en cómo llegar al niño.
ü  Reconocer sus cualidades antes de señalar los aspectos a corregir para que desarrollen una adecuada autoestima.
ü  Es bueno para los niños, saber que ante sentimientos como la tristeza, rabia, rechazo, etc. (sentimientos de displacer), pueden acudir al adulto. No solo lo bueno se comunica, sino también lo no tan bueno.
ü  Como dice Bernard Aucouturier, el juego, la acción, es la mejor manera que tienen los niños para atenuar sus angustias. Dejen que los niños actúen, transformen y que estén menos tiempo sentados en las mesas.

Melissa Valdivia Gómez
Tearpeuta Psicomotriz Aucouturier

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